Las bebidas azucaradas, entre ellas las gaseosas, empiezan a dejar el sitio amigable que han ocupado por más de 170 años , desde que los sifones que las originaron salieron de las farmacias y se industrializaron, para convertirse en protagonistas de intensos debates en torno a sus verdaderos efectos en la salud de los consumidores que las beben bajo la premisa de que no hacen daño. El asunto es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) las ha sumado al grupo de responsables de la crecientes epidemias que afectan a gran parte del planeta, y a grado tal, que ha sugerido la adopción de medidas específicas para desestimular su consumo. De hecho, la Asamblea Mundial de la Salud (órgano de decisión de la OMS) del 2013 elaboró el Plan de Acción para la Prevención y Control de Enfermedades no Transmisibles, que incluye un catálogo de acciones entre las que se encuentra una que ha generado una fuerte polémica y que empieza a ser visible por el peso de quienes se enfrentan el ca